El correcto rendimiento del equipo de trabajo pasa por llevar a cabo un seguimiento continuo de la productividad. Es necesario revisar cómo se desarrollan los proyectos y el éxito de los mismos, de tal forma que podamos identificar los factores positivos a reforzar y los negativos a mejorar.

El primer paso para acertar con las tareas de seguimiento es conocer a fondo al personal que forma parte del departamento y delegar tareas en cargos directivos intermedios. De esta forma, cubriremos todos los ámbitos de trabajo y será más sencillo obtener datos de productividad fiables.

Una vez distribuidas estas responsabilidades, será necesario fijar una política de feedback entre jefes y empleados para no dejar ningún cabo suelto. Solo así se producirá a fluidez suficiente para conocer todos los detalles sobre la productividad de la empresa.

Una vez que tenemos asegurados estos ítems, pasamos a entrar en los detalles a tener en cuenta durante el seguimiento de la productividad.

¿Qué factores hay que tener en cuenta?

Existen cuatro claves relacionadas entre sí para abarcar toda la información necesaria durante el seguimiento de la productividad.

Lo primero de todo es llevar a cabo la gestión del tiempo dedicado a cada proyecto, repartiendo tareas según su dificultad y posible extensión. Solo de esta forma, es posible trabajar con absoluta eficiencia, sin necesidad de dedicar más tiempo de la cuenta y logrando la máxima productividad.

Siguiendo con esta sucesión de factores, ser eficientes en el desempeño de las funciones laborales significa ofrecer la calidad de trabajo requerida e incluso superarla. Finalmente, este alto nivel de desempeño aumentará la rentabilidad de los proyectos y los beneficios de la compañía.

Juntos a estos componentes imprescindibles, existen una serie de hechos que los refuerzan y están presentes en el día a día de la empresa.

Acciones para hacer un seguimiento de la productividad de tu equipo

  1. Implementa indicadores de rendimiento individual, como planes de desarrollo personalizado o detectores de necesidades formativas entre los empleados, según sus responsabilidades y los requerimientos del negocio.
  2. Realiza informes de forma periódica. Lo más recomendable es que, aparte de informes generales con los datos clave, generes también otros en materias especializadas: imputación y control horario, niveles profesionales cubiertos o pendientes de asignar, evaluaciones sobre cumplimiento de objetivos y clima laboral, equidad salarial, etc.
  3. Marca objetivos y tareas medibles en el tiempo. Generar un calendario donde se reflejen los días laborables, las horas y las fechas límite de los proyectos incrementará la organización de los mismos.
  4. Establece canales de comunicación eficaces. Conectar a los empleados en un portal de comunicación interna fomentará un buen ambiente laboral y estrechará lazos entre todos los miembros de la organización.
  5. Fomenta el Team Building. Es decir, organizar actividades donde se fomente el compañerismo. Por lo tanto, podemos considerarlo una vía de comunicación que merecía un apartado propio. Para saber más al respecto, te facilitamos una guía sobre actividades de Team Building para aumentar el rendimiento de tu equipo de trabajo.
  6. Apuesta por las nuevas tecnologías. Existen muchas herramientas digitales para automatizar y facilitar muchas tareas habituales. Por ejemplo, la implantación de un software de Recursos Humanos es buena opción para gestionar los equipos de trabajo.
  7. Confía en el equipo. Ellos son el alma y el motor de la empresa. Más allá de las tareas asignadas, escucha sus propuestas y dales libertad a la hora de trabajar. Solo así podrás comprobar cómo la productividad se verá aumentada exponencialmente.
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